martes, 8 de septiembre de 2015

Capítulo 5. La Necesidad de Libertad en la Pareja Contemporánea



Adán y Eva, Solos en el Paraíso. Viajando con Nolka

En la teoría del desarrollo a Escala humana , la Plasticidad espacio-temporal” se presenta como satisfactor fundamental  en la dimensión existencial del “Estar”. El “estar solo con la pareja que se  ha escogido “libremente” para darte el gusto de explorar nuevos escenarios para la magistral obra de tu vida “la  pareja”.

Viajar en pareja, además de ser una de las experiencias que permite conocer al otro(a) bajo situaciones de estrés: “Nos dejó el avión”, el taxi que no llega , se olvidó el pasaporte , no alcanza la plata, que llevarle a las tías ,las suegras, las primas , las hermanas , amigas del uno y del otro, todo “contra reloj”, sexo de último momento, etc. Me considero un viajero, no un “turista[1]” porque me propongo no exponerme a las agencias de turismo que imponen guías y recorridos fríamente calculados para sus  mezquinas fines económicos y  que principalmente acorralan y aíslan al turista, de la vida real de los lugareños. Comer en los restaurantes populares, caminar como si fueras nacional, experimentar un poco de miedo al transitar de manera imprevista o encontraste e frente con lugares indeseables y salir del sitio, enriquecido tal como dice sabiamente Constantino Kavafis en su obra “Ítaca”, experiencias  que te dejarán una sonrisa en el rostro cuando  veas  algún souvenir colgado en alguna habitación de tu casa.

Ítaca.

Si vas a emprender el viaje hacia Ítaca
pide que tu camino sea largo,
rico en experiencia, en conocimiento.
A Lestrigones y a Cíclopes,
o al airado Poseidón nunca temas,
no hallarás tales seres en tu ruta
si alto es tu pensamiento y limpia
la emoción de tu espíritu y tu cuerpo.
A Lestrigones ni a Cíclopes,
ni al fiero Poseidón hallarás nunca,
si no los llevas dentro de tu alma,
si no es tu alma quien ante ti los pone.

Pide que tu camino sea largo.
Que numerosas sean las mañanas de verano
en que con placer, felizmente
arribes a bahías nunca vistas;
detente en loa emporios de 
Fenicia
y adquiere hermosas mercancías,
madreperlas y coral, y ámbar y ébano,
perfumes deliciosos y diversos,
cuanto puedas invierte en voluptuosos y delicados perfumes;
visita muchas ciudades de Egipto
y con avidez aprende de sus sabios.

Ten siempre a Ítaca en la memoria.
Llegar allí es tu meta.
Mas no apresures el viaje.
Mejor que se extienda largos años;
y en tu vejez arribes a la isla
con cuanto hayas ganado en el camino,
sin esperar que Ítaca te enriquezca.
Ítaca te regaló un hermoso viaje.
Sin ella el camino no hubieras emprendido.
Mas ninguna otra cosa puede darte.
Aunque pobre la encuentres, no te engañará Ítaca.
Rico en saber y vida, como has vuelto,
comprendes ya qué significan las Itacas.

(Constantino Kavafis, 1863-1933, Poesías completas, XXXII)


En un viaje en pareja siempre se espera algo del otro, nunca es una experiencia desprovista de un cierto interés de recibir la caricia especial que no se practica en la cotidianidad habitual. Hay que aprovechar al máximo, estar solos en el paraíso, sin ningún familiar que dé la opinión que no hemos pedido, o que aparezca tras nosotros en la playa desierta que pensábamos solo para los dos. El paraíso es efímero, no puede durar para siempre, pero siempre puede ser reconstruido en aquellos viajes en los que nos escapamos de la vida real. Te permiten conocer a tu pareja de una manera diferente y son experiencias realmente únicas. Hacer el  amor de viaje, nunca se compara con la rutina de la sexualidad cotidiana. 

Noche Perfecta

Se despertaron, uno abrazado al cuerpo del otro, tras una noche que no les había alcanzado para amarse lo suficiente.
 Se Hizo corta la noche y les perseguía la madrugada envidiosa que se paseaba inquieta frente la puerta de la cabaña ,junto a los nativos chismosos que no dormían alimentándose de las fuerzas de los amantes.
Se entregaron sus cuerpos, solamente al placer silencioso, eterno, perfecto. Fueron perfectas sus miradas, sus  caricias, caricias únicas, hechas a mano una  a una.
Los gemidos retenidos henchían el pecho y aumentaba su placer .Sus labios incesantemente humedecidos por los besos pasionales no se cansaban de prodigarse la más tiernas caricias que aun los dioses envidiaban.
Fueron perfectas las uniones de sus cuerpos, las miradas, pero sobre todo el contacto de sus dedos sobre sus pieles de ébano. Ébano puro cultivado en los mejores campos a orillas de ríos caudalosos, bajo el sol benigno del trópico.
Cuerpos perfectamente acoplados, hechos el uno para el otro desde tiempos sin memoria.
El café no fue hecho con leña ni pudieron levantarse con el alba, ni el mar les abrió sus brazos esa mañana .Pero esa noche fue perfecta.





No hay comentarios.:

Publicar un comentario