Ser hombre, ser mujer. Violencias de género
y alternativas de empoderamiento desde la identidad
July
Patricia Castiblanco Aldana[1]
jpcastiblancoa@educacionbogota.edu.co
Siendo
Colombia un país polarizado, polarizado en sus razas, etnias, ideologías
políticas, intereses y capacidades económicas, develar aspectos en los que hay
unos oprimidos y unos opresores resulta un tema no solo recurrente sino además
poco innovador. Sin embargo, está no pretende ser una radiografía más de alguna
de las lesiones estructurales del país y su cultura sino más bien un espacio
que lejos de enfoques radicales recorre el tema de las violencias de género
como un asunto de todos y todas, es decir si bien muestra inicialmente un
recuento estadístico de la problemática de la violencia de género y de cómo
esta es vivida en gran parte por mujeres de todas las edades y regiones,
presenta una alternativa a la insuficiencia del desarrollo normativo. Es decir,
no porque se requieran más o menos leyes y rigurosidad en la ejecución de las
mismas, lo cual sería objeto de otro texto o tipo de estudio, sino que más bien
se centra en un campo en el cual todos y todas podemos incidir.
Es así que, en
una lógica de micro poderes, pues analiza qué pasa en lo cotidiano y como más
allá de las leyes nuestra sociedad tiene aún una gran tarea en la educación
para transformar realidades y prácticas que generan ciclos de reproducción de
las violencias.
Es así como a
partir de un sencillo ejercicio profundiza en la palabra y sugiere ideas y
paradigmas que se esconden detrás de nuestros discursos cotidianos pero que en
el mediano y largo plazo generan unas presiones e imposiciones acerca del ser
mujer o ser hombre que limita el empoderamiento y aceptación de los seres como
humanos y niega su diversidad.
Una radiografía a las violencias de genero
desde la realidad de las mujeres en Colombia.
Las cifras que
la mesa de género (s. f) ha extraído de esa muestra censal evidencian la
prevalencia de inequidad social reflejada en las dinámicas familiares, el nivel
educativo, los índices de analfabetismo, la dedicación exclusiva a las labores
del hogar.
“En las zonas
rurales, la jefatura femenina asciende a un 21.5%, y en el 83.5% de los casos
es una jefatura sin conyugue. Las mujeres rurales cuentan con menor nivel
educativo que las mujeres en zonas urbanas: Mientras que en el área urbana el
7,2% de las mujeres y el 7,5% de los hombres, de 3 años y más, no tienen ningún
nivel educativo, en el área rural estos porcentajes ascienden a 19,2% para las
mujeres y 20% para los hombres”. Así mismo, se ha determinado censalmente que
las mujeres en zonas rurales poseen un menor grado de escolaridad alcanzado en
secundaria y a nivel profesional que las mujeres a nivel urbano. Así mientras
que 5.3% de mujeres en el área urbana terminan la secundaria en los contextos
rurales solo el 2.9% lo hacen, y mientras que 8.8 % de las mujeres del área
urbana alcanzan un nivel profesional, solo 0.9% de mujeres del área rural
acceden a estas oportunidades y culminan su estudio.
“En el área urbana el porcentaje de mujeres
analfabetas es de 8,2% y el de hombres es de 8,9% en el área rural estos
porcentajes ascienden a 21,3% y 22,3% respectivamente. En el censo de 2005, el
49% de las mujeres rurales manifestaron haberse dedicado a los oficios del
hogar mientras que en las urbes lo hizo el 30,1%.”.
Las cifras de
violencia física, psicológica y sexual contra las mujeres en Colombia siguen
siendo alarmantes la información arrojada por la Encuesta Nacional de
Demografía y Salud del año 2010 indica que 85% de las mujeres han sido objeto
de agresiones por parte de sus esposos o compañeros, refiriendo lesiones o
secuelas físicas, psicológicas como consecuencias de las golpizas; pero solo el
21% de las mujeres objeto de lesiones acudió a un médico o establecimiento de
salud para recibir información o tratamiento.
Así 65% de las
mujeres afirmaron que sus esposos o compañeros ejercían control sobre ellas,
37% de las mujeres algunas vez casadas o unidas reportaron haber sufrido
agresiones físicas por parte de su esposo o compañero 10% reportaron haber sido
violadas. Los reportes de tocamientos y “manoseos” abusivos (sin consentimiento
y por extraños) indican que 1 de cada 5 mujeres ha tenido que enfrentar estas
situaciones.
“El peso de la violencia contra las mujeres en
la violencia intrafamiliar: De acuerdo con el análisis realizado por medicina
legal para el periodo 1999 a 2009, la gran mayoría de casos de violencia intrafamiliar
son casos de violencia de pareja contra las mujeres…La violencia sexual y la
violencia de pareja se ejercen fundamentalmente sobre las mujeres y no observan
disminución. Las cifras del Instituto Nacional de Medicina Legal y Ciencias
Forense (INMLCF) del 2010 al 2012, evidencian que la violencia sexual y la
violencia en el ámbito de pareja se ejercen principalmente sobre contra las
mujeres…Feminicidios: De acuerdo con las cifras del INMLCF tomadas por el OAG
de la ACPEM entre 2007 y 2011 583 mujeres
murieron a manos de sus parejas o ex parejas…Violencia sexual: De acuerdo con
las cifras del INMLCF tomadas por el OAG de la ACPEM entre 2007 y 2011 más de 84.000 mujeres
fueron víctimas de violencia sexual.” (Mesa de género en Colombia, s.f)
El abordaje normativo no es suficiente para
combatir las violencias de genero
Durante los
últimos diez años en Colombia el desarrollo normativo frente derechos sexuales
y reproductivos ha mostrado un crecimiento, a partir del cual se emiten la Ley
1620 del 2013, la Directiva 001 del 2012, el Decreto 4798 del 2011, el Decreto
166 del 2010, la ley 1257 del 2008 y la Ley 1098 del 2006; Cada una de estas
leyes y decretos han puesto un pilar, un respaldo sobre el cual las mujeres
pueden conocer sus derechos y exigirlos.
La
visibilización de estas problemáticas por medio de las denuncias efectivas y
las acciones afirmativas van desde el acceso a la justicia hasta la restitución
de las víctimas y el acompañamiento psicosocial para la elaboración emocional
de sucesos violentos o de relaciones que han afectado su desarrollo humano
pleno presentes en las comunidades educativas.
Sin embargo,
desde el trabajo cotidiano las instituciones deben desarrollar estrategias de
impacto en las comunidades, revisar las prácticas y discursos que han venido
reproduciendo para transformarlos en pro del bienestar de sus integrantes, en
este caso buscando la erradicación de las violencias de género que enfrentan
aún las abuelas, madres, tías, maestras, trabajadoras, niñas y previniendo dicha
problemática en las mujeres que vivirán las generaciones venideras.
Una mirada desde el enfoque de derechos a
las violencias de género
Es desde este enfoque de derechos justamente que
nacen los enfoques diferenciales, entendiendo la palabra enfoque como aquella
mirada que permite mirar las diversidades, es decir de fijarse al detalle de
esas valiosas características inmutables que nos hacen quienes somos.
Esas diversidades que el Estado y la sociedad deben
respetar, garantizar y proteger, permiten la construcción de tejido social.
Un ejemplo visible es el caso de la mujer de
procedencia rural en Colombia, la cual tiene que enfrentar tantas vicisitudes
para acceder a la educación como un derecho, y cómo aún el acceso a niveles
técnicos, tecnológicos o profesionales, termina siendo un imposible, o una meta que se alcanza partir
del sacrificio, el esfuerzo individual bajo el riesgo de desestabilizar
completamente la economía de todo su núcleo familiar y cambiando un derecho por
otro, es decir en muchas familias colombianas, acceder a educación superior
implica vulnerar sus derechos a la sana alimentación, al descanso, al trabajo
decente y el derecho mismo a la familia.
Este es un claro ejemplo de cómo el Estado debe
velar no sólo por la no violación de los derechos, de derechos fundamentales como
el derecho a la igualdad o no discriminación, y especialmente por los Derechos Económicos Sociales Y Culturales
que tienen también exigibilidad en su cumplimiento.
Por muchos años se dieron interpretaciones erradas a
la obligatoriedad de cumplimiento de los DECS, lo cual es realmente un error,
pues al pensar que si no se garantizan no es tan grave, o que es prioritaria la garantía de los derechos
fundamentales, más un en un país con economías emergentes en dónde el
presupuesto del erario público no es suficiente para cubrir todas sus
necesidades, se está cayendo en un círculo vicioso, en donde la no garantía de
los DESC del acceso a oportunidades de educación y trabajo decente lo que
amplia son los cinturones de miseria y pobreza extrema, los problemas de salud
pública y en general una baja calidad de vida, que posteriormente sale más
costoso subsanar.
Es más rentable para un estado como Colombia
fortalecer el acceso a educación en todos sus niveles y para todas sus
poblaciones que invertir posteriormente en la atención de víctimas de la
violencia en todas sus manifestaciones. Puesto que las inequidades que genera
la no garantía del derecho a la educación no solo reproduce inequidades
estructurales, sino imaginarios, roles y estereotipos que alimentan las
violencias en el ámbito privado y en el público.
La garantía del derecho a la educación, se conecta
directamente con el objetivo de
desarrollo sostenible número ocho “trabajo decente para todos y desarrollo económico”, y es que en
tanto una persona no logre acceder al derecho a la educación en niveles de
primaria, básica y superior sea esta última de carácter técnico, tecnológico o
universitario, tampoco tendrá la posibilidad de acceder con libertad a una diversidad
suficiente de oferta laboral que a su vez le permita suplir sus necesidades
básicas inicialmente (alimentación, salud, descanso, actividad sexual), y en
ese orden de ideas a otras de seguridad (vivienda, empleo, bienes materiales y
acceso a la propiedad privada) y en ese orden de ideas las necesidades básicas
insatisfechas difícilmente le permitirán alcanzar la satisfacción de
necesidades de otro nivel, como las necesidades sociales (desarrollo afectivo,
asociación, aceptación, afecto, intimidad), las de autoestima (reconocimiento,
confianza, respeto, éxito), y las de autorrealización (desarrollo
potencial).
Es indispensable entonces defender los derechos
humanos recociendo la esencia misma de la humanidad del ser, sus necesidades y
desarrollo personal como algo valioso y digno de defensa.
Son las desventajas de sistema de dominación
económicos, sociales y culturales los que rompen con esas posibilidades de
desarrollo humano reproduciendo ciclos de violencia, exclusión, rechazo,
discriminación, segregación.
Pero ¿cómo pueden entonces los enfoque diferenciales
aportar a la construcción de políticas públicas?, ¿cómo lograrlo? si en casos
como el de Bogotá en lugar de generar garantía y protección de derechos por
muchos años los sistemas de participación políticas generaron división de las
comunidades y lucha por los recursos, en tanto que la representatividad mayor o
menor de cierto grupo en algún espacio de participación ciudadana como
Cabildos, Consejos de planeación local, juntas de acción comunal y otros
generaban que los grupos poblacionales se segmentaran o rivalizaran en la
exigibilidad de sus derechos, pero que sin embargo a la hora de solicitar
programas y presentar propuestas que visibilizaran sus necesidades naturalmente
todo coincidían en solicitar salud, educación, empleo y vivienda.
Todo lo anterior demuestra que los enfoques
diferenciales no son el objeto, sino el modelo, o más bien el método de
análisis, a partir del cual se pueden estudiar las diversidades o diferencias
que se convierten en desventajas, para modificar estas últimas. Es decir, su
papel principal tiene que ver con develar los sistemas de dominación.
Ya se han develado algunos sistemas de dominación
los cuales la teoría explica ampliamente, entre ellos está, por ejemplo:
El
patriarcado: asociado a la
diversidad corporal, la orientación sexual, la identidad de género.
El
adultocentrismo: asociado al criterio
etario.
El
racismo: asociado a lo racial y étnico.
El
capacitismo: asociado la
diversidad funcional y distintas capacidades.
Este tipo de exclusión, de discriminación en donde
se tiene la taxonomía de unos que tienen privilegios y otros que no pueden
acceder a ellos por sus características inmutables, no controlables y que hacen
parte de su identidad, configuran unas estructuras de inequidad que en
ocasiones se entrecruzan, alejando mucho más el acceso a ciertos mínimos. En
este caso para efectos del estudio se encontraron mujeres que por el hecho de
ser mujeres y a su vez por el hecho de provenir de una zona rural de Colombia
se ven en mayores dificultades y vicisitudes para acceder a un servicio que de
por sí ya en la estructura social llega al ranking de los “privilegios”.
Convenciones como la Belem do Para y la CEDAW
surgieron a raíz de una discriminación histórica, para garantizar una vida
libre de violencias, es un grito y un referente de NO DISCRIMINACIÓN, que se
dio porque históricamente ha habido androcentrismo. Así mismo en experiencias
como la lucha por los derechos de las personas en situación de discapacidad se
han logrado herramientas legales que obligan la eliminación de barreras o los
ajustes razonables, el diseño universal de espacios físicos, laborales y de
aprendizaje.
Así mismo en materia de igualdad se puede resaltar
los avances documentales que el Ministerio de Educación Nacional, en cabeza del
Viceministerio de Educación Superior, ha desarrollado para visibilizar dicha
necesidad de atender la diversidad en la educación superior, ellos han venido
trabajando desde el 2014 en la socialización de los lineamientos de Educación
Inclusiva con los cuales se busca incentivar a las Instituciones de Educación
Superior (IES) en la definición de acciones y estrategias para el fortalecimiento
del enfoque diferencial en el acceso, permanencia y condiciones de calidad de
las IES en el País de las poblaciones de especial protección constitucional
(Población Víctima, Población con discapacidad, Grupos étnicos – indígenas,
comunidades negras, Rrom, Población de Frontera). Sin embargo, este esfuerzo
deja por fuera todas aquellas inequidades y aspectos estructurales que el
sistema mismo de Educación Superior en Colombia ha generado.
Todo
lo anterior plantea una serie de situaciones complejas en donde las políticas
educativas, se entremezclan con la profunda reflexión y la necesidad entender
al otro, cómo y por qué piensa y
siente así.
Teniendo
en cuenta la famosa triada pensar, sentir, actuar, es relevante entonces
generar una apuesta metodológica que permita comprender el contexto y los
sujetos que allí habitan , con la idea presente, de que la noble causa de la
educación y su masificación es una manera de silenciar las armas, de garantizar
una paz estable y duradera, de lograr un mejor país por medio de caminos que
nos permitan vivenciar incluso en la comunidades más apartadas, las garantías
reales de los derechos sociales, económicos y culturales.
Pero
no siempre las perspectivas de la escuela y de los docentes son la respuesta, y
dado que la problemática estudiada está e impacta lo social y lo comunitario,
tendremos entonces que recoger esas diversas perspectivas, comprender esa
realidad multiforme.
La
pregunta, será entonces el reconocimiento de vidas y realidades Otra, pero a su vez, el camino de
reflexión para superar el miedo, la exclusión.
Una comprensión de las violencias
de genero desde el enfoque psicosocial. El asunto de relacionarnos y convivir.
Es
importante comprender, entonces, la interacción entre lo individual y lo
construido socialmente, gracias al enfoque psicosocial que explica como lo que
se cree que es puramente individual, tiene que ver también con el aspecto de
las relaciones, es decir que lo psicológico tiene su base en una construcción
social y a su vez lo social se relaciona estrechamente con lo
individual-psicológico; sin que esto sea la suma de personas, el conjunto en
sí, sino que tiene que ver con los acuerdos sociales de cómo funciona como sociedad.
Por
ello, la importancia de estudiar los derechos de las mujeres y el derecho a la
educación (particularmente a la educación superior) como una manera de garantía
y restablecimiento de derecho de mujeres que han sufrido la discriminación
estructural y múltiple.
Pues
en la medida en que las normas son producto del consenso sobre cómo vamos a
vivir como sociedad, la mejor manera de dar sentido a las normas de
erradicación de todas las formas de violencia y discriminación hacia la mujer
es visibilizar esas realidades puntuales que en determinados contextos han
reproducido los ciclos de violencia. Pero esas dinámicas han sido producto de
la relación entre padres y madres con sus hijos e hijas, de docentes y
estudiantes, de vecinos, amigos, es decir, las maneras de relacionarnos con el
otro es lo que han determinado, no solamente la construcción de nuestras
subjetividades sino también de la experiencia misma como seres humanos en una
comunidad.
Y es que
principalmente en la medida que la subjetividad se construye en relación a los
otros y al entorno, los imaginarios acerca de que ha sido hasta hoy en Colombia
ser mujer implica una construcción de la misma en función de los roles que
cumple como hija, esposa, madre.
De ahí la importancia de dialogar en esta altura del
análisis con una investigación reciente que realizó la Universidad de la Salle
y el CLACSO acerca de la familia rural en Colombia (Páez, Gutiérrez, Del Valle
y Ramírez 2016), pues ellos, al igual que esta investigación, entienden que es
en esa construcción de roles de género que se da al interior de las familias en
donde se gestan las raíces de la violencia, ellos en su publicación lo expresan
así:
“una
violencia que tiene sus raíces en una perspectiva de género, en lo que
significa ser hombre o mujer en cada contexto, en una tensión entre derechos y
ejercicio del poder; y un conflicto que, si bien forma parte de la condición
social del ser humano, depende en gran medida de la tenencia de la tierra y de
las posibilidades económicas”
Y es que, en su mayoría, las situaciones de
violencia, están asociadas a las prácticas de control y dominio, eso se puede
ver con claridad en los conflictos de tierras que han azotado las regiones de
nuestro país. De esta manera la búsqueda y sobre explotación del oro, carbón,
la madera, la tierra cultivable y más recientemente la aprovechable para
cultivos ilícitos, han sido el botín de guerra detrás del cual han llegado tantas
muertes a los territorios, con el fin de infundir temor en la población. Y por
temor o aniquilamiento directo las comunidades que tradicionalmente habitan la
ruralidad en Colombia terminan siendo despojados de sus tierras y las
multinacionales llegan con voracidad a saquear los recursos naturales no
renovables de Colombia.
Entonces si esa lógica de control y dominio se dan
en lo macro, se reproducen en lo meso y dialogan con lo micro sistémico y lo
individual, y en todos los niveles dañan la confianza y el tejido social.
Generar la conciencia en las comunidades de esas
lógicas de guerra, control y dominio implica analizar en todas las escalas cómo
se han venido causando daños sobre el territorio, sobre el tejido social de las
comunidades y sobre el cuerpo (de hombres, mujeres, niños, niñas y demás) para
emancipar y transformar esas lógicas que alteran la convivencia pacífica de los
pueblos.
Es necesario así mismo actuar transformando lo
individual, impactando lo familiar y comunitario y brindando herramientas para
la incidencia en políticas públicas.
Es por ello
que la educación tiene una gran labor y un gran aporte que hacer en la
trasformación de imaginarios y prácticas, es la educación entonces la llamada a
transformarse y a convertirse en una pedagogía crítica, en una posibilidad, en
una fuente de nuevas formas de relacionarnos entre seres humanos. Es la
educación la llamada a construir ambientes de diálogo, de confianza, de
reconstrucción de familiaridad.
Es una necesidad que parte desde la educación
integral transformando el ambiente educativo mismo y las relaciones de poder
entre los miembros de la comunidad educativa, hasta el acercamiento de las
familias para visibilizar de manera conjunta esa serie de prácticas violentas
que ya están tan arraigadas en la lógica tradicional que dañan no solo a quien
es agredido sino también al agresor.
Y esto como se mención anteriormente son ejercicios
de revisión de roles que deben hacerse con cada comunidad por separado pues si
bien en esta investigación así como en la de la Familia rural en Colombia (Páez, Gutiérrez, Del Valle y Ramírez
2016), se encontraron aspectos de la cultura patriarcal fuertemente arraigados,
en la mayoría de comunidades rurales, como la idea de que la mujer debe ocupar
y liderar únicamente en el ámbito privado la crianza de sus hijos, el cuidado
de su esposo, de ancianos o personas enfermas o con alguna discapacidad,
mientras el hombre se dedica al trabajo, por lo general físico, y cumple el rol
del proveedor de hogar; no es el único aspecto a revisar pues la ruralidad en
cada parte de Colombia será tan diversa y característica como sus culturas y
cosmovisiones de acuerdo a la zona de la cual proceden.
Es decir, no es lo mismo, la construcción de
imaginarios acerca de lo que implica “convertirse en mujer” o “convertirse en
hombre” en las zonas cundiboyacenses, que lo que es en el llano, Vaupés, la
parte alta de la Guajira o las comunidades de las selvas amazónicas.
De hecho, en cada una de las culturas ancestrales
que hacen hoy presencia en nuestro país los ritos de iniciación y transición de
la infancia, la adolescencia y la adultez son muy diferente.
Por, ejemplo se tiene ya una concepción acerca de
las particularidades de las familias raizales, palenqueras, indígenas (en los
distintos pueblos), se tiene una diferenciación para los pueblos room. Y es
particular entonces notar que, si bien estas diversidades se han venido
reconociendo por los enfoques diferenciales, en este enfoque diferencial no se
tiene aún tan claro el asunto de los grupos campesinos, de las comunidades
campesinas, es decir todos aquellos grupos que habitan la ruralidad pero que no
tienen ninguna de las pertenencias étnicas antes mencionadas, sin embargo, su
relación con la tierra y con el territorio es también particular.
No obstante, en todas las anteriores comunidades
mencionadas la búsqueda de sentido por el ser se adquiere sustento en la
relación con los otros y con el entorno. Por ello para transformar esas
dinámicas y ciclo de violencias habrá que transformar los imaginarios acerca
del ser mujer, del ser hombre, pero también las relaciones y las interacciones
desde el control y el dominio.
El papel de la educación en la transformación de imaginarios
de exclusión social.
Las instituciones educativas tienen
actualmente unas necesidades de formación que transformen imaginarios que históricamente
han reproducido las violencias de género en sus diferentes tipos y modalidades
(físicas, psicológicas, sexuales, patrimoniales, feminicidio las anteriores en
las modalidades de familiar, laboral, educativa en la comunidad e
institucional).
Desde los proyectos de educación sexual de
las instituciones distritales de la ciudad se ha venido trabajando en el
fortalecimiento de la autoestima y otros auto esquemas en los y las
estudiantes, se ha trabajado de la mano con el sector salud en la prevención de
embarazo no deseado en adolescentes, se han difundido los diferentes métodos de
planificación y de prevención de enfermedades de transmisión sexual.
Recientemente se han incrementado en lo
educativo los espacios de reflexión sobre la importancia de la formación del
Ser y sus capacidades más no sólo del Saber y las competencias, buscando que
los jóvenes sean partícipes y protagonistas de esos procesos formativos.
Esto ha contribuido a que los temas de
sexualidad trasciendan la genitalidad y que incluso los asociados directamente
a las relaciones genitales se traten cada vez con menos tabú.
En este trasegar, una de los retos
constantes ha sido reconciliar los intereses de la familia, la comunidad y los
entornos en los cuales los jóvenes se desarrollan, generando reflexiones de
doble vía que produzcan impactos en la cultura y contribuyan al abandono de
discursos y prácticas que generan violencia hacia las mujeres.
El trabajo realizado por el sector
educación, se ha venido articulando ya con entidades de otros sectores como
salud, cultura, integración social, recreación y demás por lo que es el momento
oportuno para que, desde la escuela, sus logros y aprendizajes tanto de las
experiencias exitosas como de aquellas que no lo fueron, se transciendan los
límites de lo escolar y se impacte con compromiso y responsabilidad social e
histórica.
El reto será entonces alcanzar no sólo a
los y las estudiantes, sino a sus familias y vecinos, siendo conscientes de las
particularidades y connotaciones que tienen los contextos rurales y
periurbanos.
El sueño de comunidades sin violencia de
género, sin reproducción de patrones machistas y patriarcales y de reparaciones
psicosociales efectivas en las mujeres víctimas de violencia de género se hará
cada vez menos lejano en la medida que se aporte desde lo investigativo y lo
institucional.
Finalmente,
en miras de una reparación integral a la víctima de la violencia en nuestro
país, se requiere no solo ejercicios de memoria histórica, sino además acciones
afirmativas de reparación integral en las cuales se trabajen enfoques
diferenciales, de derecho y de formación para la prevención y erradicación de
todos los tipos de violencia hacia la mujer.
Ya
ha sido bastante difundido el hecho de que la gran inversión a la guerra puede
dar mayor fruto si se destinase ese presupuesto o uno por lo menos cercano a la
educación y los programas sociales.
Un espacio a las voces de los
hombres acerca de lo que significa ser hombres.
Finalmente
para cerrar esta disertación acerca de las violencias de género , el enfoque de
derechos, el enfoque psicosocial habrá que revisar un poco esos discursos y
narrativas que develan los imaginarios mismos que nuestras culturas han
generado en sus sujetos acerca de lo que significa ser hombre, para ello se presentaran
textualmente micro textos que un grupo de estudiantes universitarios (primer
semestre de especialización, la mayoría de ellos ingenieros, el grupo está
compuesto por veinte personas de las cuales solamente cuatro son mueres, en el
ejercicio participaron dieciocho personas, solamente dos mujeres) escribió al
solicitarles su definición de ¿Qué es ser
hombre?, el ejercicio se realizó de forma no estructurada en el marco del
día del hombre en Colombia (19 de marzo) y
se invitó a realizarlo de forma anónima, El resultado fue el siguiente:
Se
encontraron una serie de características y coincidencias en las definiciones
que permitieron agruparlas en seis subgrupos:
1.
Definiciones asociadas a la superioridad física o racional
2.
Definiciones asociadas a la creación binaria (hombre-mujer)
3.
Definiciones asociadas a cualidades o características que podrían no ser
atribuidas exclusivamente a un género.
4.
Definiciones que procurando ser más neutrales se enfocan en lo biológico y
fisiológico.
5.
Definiciones que asocian el papel de la cultura y los roles
6.
Definiciones asociadas a trayectorias de vida y/o experiencias.
Adicional
se evidencio en gran parte de las definiciones una referencia en relación a la
mujer y/o a lo femenino ya sea para ubicarse como complemento de, protector de
o como diferente de.
La
mayoría de definiciones se ubicaron en el paradigma binario y cisgénero es
decir el hombre y la mujer como referentes de sexo, género y orientación sexual
en las cuales el uno es objeto de deseo del otro. No se encontraron
definiciones por fuera del paradigma heterosexual o referencial explicitas a lo
homosexual. La mayoría de definiciones incluyeron descripciones de cualidades, aptitudes,
actitudes o habilidades que bien podrían ser atribuidas no necesariamente a
hombres, de género masculino independientemente de su orientación sexual.
Figura 1. Transcripción de Definiciones asociadas a
la superioridad física o racional
En
este primer grupo de definiciones se da inicio a las mismas con palabras como
seres, individuos, ser humano y ejemplar masculino, lo cual inicialmente
procura tener una distancia y objetividad cuidadosa de no evidenciar algún
sesgo o vinculación afectiva, emocional con la definición.
Sin embargo a medida que avanza la
redacción hacen énfasis en la racionalidad o fuerza como una característica
mayormente masculina que en relación con lo femenino y específicamente a la
mujer heterosexual le llevan a unas interacciones dadas al cuidado , protección
y sacrificio en relación al otro , este último expresado en cortesía,
específicamente en lo que quienes escriben expresan como “caballerosidad” con
las cuales combinan otras características que los mismos identifican como
positivas. Lo cuestionable por ciertos colectivos de defensoras de los derechos
de las mujeres es la idea de que ¿la mujer requiere en todos los casos a un
hombre para ser completada?
Ese grupo de definiciones se relaciona
directamente con el que se analizara a continuación, el cual basa la definición
de hombre a partir del paradigma creacionista bíblico, basado en el libro del
génesis de la biblia occidental, en la cual Dios como parte de su proceso de
creación del mundo, los animales creo al hombre y la mujer como una especie
racional superior.
Lo cuestionable por grupos defensores de
los derechos medioambientales es ¿existe una superioridad antropocentrista
centrada en el hombre y la mujer? Y así
mismo los grupos de orientación sexual diversa cuestionan ¿Si Dios en el huerto
del Edén creo únicamente hombre y mujer, de dónde se originan todo aquellos que
no se circunscriben en dichas categorías?
Figura 2. Transcripción de Definiciones asociadas a
la creación binaria (hombre-mujer)
Posteriormente hay un grupo de
definiciones que resaltan atributos humanos que indistintamente están asociados
a un género que de fondo pretender seguramente no comprometerse únicamente con
la construcción de identidades asociadas única y exclusivamente a
características genéticas, sexuales, biológicas o fisiológicas, por lo que en
su definición de hombre este grupo de estudiantes decidió resaltar esos
atributos de sí mismos o de su referente masculino desarrollado como un ideal o
un modelo a seguir.
Lo
interesante de este grupo de definiciones que asociaron a la redacción o a la
construcción de la identidad masculina características que en otros contextos o
épocas habían sido limitadas y restringidas exclusivamente a las mujeres, como
el servicio, el cuidado y la expresión de sentimientos. Sin embargo, si se
mantiene cierta presión social hacia el liderazgo, administración, el éxito
laboral y el sostenimiento y protección de su familia.
Figura 3. Transcripción de Definiciones asociadas a cualidades o
características que podrían no ser atribuidas exclusivamente a un género.
La violencia que genera este tipo de
definiciones está asociada a aquellos hombres que no desempeñan en sus hogares
un rol de proveedores, los cuales se ven estigmatizados en la sociedad cuando
deciden optar por roles asociados atareas de cuidado de los hijos y dedicación
al hogar, las presiones aumentan con crisis en la empleabilidad y condiciones
económicas como las que trae la inmigración. Trae consigo sentimientos de miedo
y frustración en aquellos hombres que no logran ajustarse a este estereotipo
social. Lastimando profundamente su autoestima.
En contraste a estas características de la
personalidad el siguiente grupo de definiciones opto más por aspectos facticos,
aquellos diferenciales visibles que tradicionalmente son asociados a lo
masculino, vello corporal y fácil, musculatura y mayor presencia de
testosterona. En lo cual habrá que resaltar que la testosterona no es una
hormona que hace presencia exclusivamente en hombres, y que también hombres y
mujeres tienen en su organismo la presencia tanto de testosterona como de
estrógenos, de manera que determinar la identidad de un ser humano
exclusivamente por factores biológicos y fisiológicos tampoco resulta ser una
buena opción, pues generaría exclusión a la mujeres de gran musculatura o gran
cantidad de vello facial o corporal sin que esto le haga menos mujer, así mismo
no todos los hombres con orientación sexual cisgénero encuadran necesariamente
en el patrón de “pelo en pecho”, barbas pobladas o gran desarrollo muscular y
eso tampoco es un indicador de que sean más o menos hombres.
Figura 4. Transcripción de Definiciones que procurando ser más neutrales se
enfocan en lo biológico y fisiológico.
En última medida será pues como lo
mencionan los siguientes grupos de decisiones , la cultural, los roles y las
experiencias y trayectorias de vida lo que en adelante será el referente de las
nuevas generaciones acerca de la construcciones de identidad entorno a un
género, en la vivencia misma que muchos centenials (personas de 0 a 18 años
aproximadamente nativos en la era digital) quienes manifiestan no ser definidos
exclusivamente por un sexo, un género o unas características físicas, sino que
como lo indico Zygmund Bauman, mutan en una sociedad sin referentes sólidos,
sociedades líquidas que se adaptan ya las que sus habitantes se adaptan.
Figura 5. Transcripción de Definiciones que asocian el papel de la cultura y los
roles
Figura 6. Transcripción de Definiciones asociadas a
trayectorias de vida y/o experiencias.
No es
entonces una cosa menor este tipo de indagaciones acerca de ¿Qué es ser un
hombre?, pues como se menciona al inicio de este texto y en el abordaje del
enfoque psicosocial, el mundo y la vida son relaciones e interrelaciones, el
análisis de estas definiciones de ser hombre deja entre
líneas unas definiciones de ser mujer asociadas a la debilidad, dependencia
masculina, complementación exclusiva del hombre y mujer como pareja, mujeres no
tan musculosa y un poco lampiñas, entre otras que se podrían deducir de las
narrativas y discursos aquí representados. Los cuales, aunque fueron tomados de
una muestra de personas son el reflejo de ciertos sectores sociales que aún
conservan roles, estereotipos e imaginarios de género que alimentan la
violencia.
En contraposición
es interesante resaltar que otras concepciones teóricas acerca del
empoderamiento de la mujer, son producto del estudio de lo que implica ser
mujer, por ejemplo trabajos como “El discurso de
respetabilidad” que Khumalo, K. E., McKay, K. H., & Freimund, W. (2015) encontraron en Kwandu Conservancy
sugiere que las mujeres adquieren estatus al proveer a sus familias de manera
confiable, tienen una educación formal, trabajan arduamente, cooperan y ayudan
a los miembros de la comunidad y cumplen los roles y responsabilidades de las
esposas y madres.
Para una
comunidad africana el ser “Una mujer real”, por lo que, al indagar con varias
mujeres y hombres de dicha comunidad, encontraron voces que, aunque
inicialmente explicaban el hecho de ser mujer en relación a los roles de madre
y esposa, posteriores voces lo explicaban asociado a la capacidad de ver por si
mismas así “una mujer real es una mujer que no solo se sienta, sino que es una
mujer que lucha por su vida. ... Para que mañana aún pueda tratar de alimentarse,
de vivir bien.” “una "mujer real" es "trabajadora, independiente
y que está dispuesta a aceptar los desafíos de la vida y encontrar un camino a
través de ellos".
Los autores
encontraron en dichos relatos un hilo común se entreteje a través de los tres
temas de construcción: provisión de medios de vida, educación y trabajo duro:
un énfasis en la agencia de mujeres. Las mujeres educadas y trabajadoras tienen
mayor poder para satisfacer sus necesidades de subsistencia sin tener que
depender de los demás.
Además, entre los estudios encontrados se resalta como
una mujer empoderada participa en el cuidado y las relaciones de cooperación,
es decir que “además
de ser educada, trabajadora y capaz de mantener un modo de vida respetable, se
espera que una “mujer real” se involucre en el fomento de las relaciones de
cooperación con los miembros de la comunidad. En particular, ella debe
mostrar hospitalidad. Los visitantes "serán bien
recibidos". "Ella tiene tiempo para ser amigable. Ella sabe
reírse con otras personas”. Una "mujer real" no incita al
conflicto: "Ella no se pelea con la gente. Ella no pelea con la
gente. Ella respeta a otras personas”. En cambio, ella "sabe
cómo hablar con la gente cada vez. Y luego a todos les gusta ella".
Una
"mujer real" no solo provee a su familia, y "habla con otras
personas de una buena manera", sino que ofrece apoyo material y
psicológico a las personas necesitadas. Por ejemplo, “le dan dinero a la
gente. Compran ropa para la gente". Una "mujer real"
también brinda ayuda al estar físicamente presente y participar en la
resolución conjunta de problemas. Un líder comunitario casado afirmó:
“Tienes
que sentarte con personas que están cerca de ti. Tienes que
mirarlos. Cuando alguien encuentra problemas, tiene que acercarse a esa
persona y compartir ideas sobre cómo resolver el problema.”
Sin embargo, las tensiones dentro y
entre estos temas revelan ideas diferentes y en competencia, suprimidas por o
subvirtiendo, el discurso dominante de la "mujer real". Primero,
un subconjunto de mujeres creía que el matrimonio no era necesario para ganarse
el respeto, argumentando que las mujeres solteras podían pasar por alto el
matrimonio al proporcionar un sustento sostenible.
Si una mujer es mayor o viuda en lugar
de joven y nunca está casada, es probable que influya en su condición de mujer
soltera. Las tensiones también son evidentes dentro de los propios
criterios matrimoniales. Si bien el matrimonio proporciona a las mujeres
estatus y acceso a recursos como tierras cultivables y una casa, puede dañar la
posición social de una mujer cuando su esposo comete abiertamente el
adulterio. La posición de un marido en la sociedad también influye en el
estado que una mujer gana a través del matrimonio, lo que sugiere que el
respeto a través del matrimonio es condicional. En tercer lugar, existe
una tensión entre el énfasis tanto en la independencia como en la dependencia:
las mujeres deben ganarse el respeto al proveerse ellas mismas, por un lado,
pero deben depender y depender de un hombre para los recursos del
otro. Estas tensiones en torno al matrimonio y (la) dependencia se pueden
interpretar como grietas en la fachada de un supuesto consenso cultural o
"verdad" que distorsiona las desigualdades de género. Khumalo, K. E., McKay, K. H., & Freimund, W.
(2015).
La construcción del poder de una mujer pasa por proporcionar un medio de vida a través de la educación, a lo cual se van sumando logros, trabajo arduo y colaboración con miembros de la comunidad, cónyuges y niños. Pero evidencia también como en la comunidad estudiada el empoderamiento decrece por toma de decisiones orientada desde el miedo a perder respeto lo cual restringe su libre decisión de elegir divorciarse o quedarse soltero, ahorrar en lugar de compartir recursos, valorar y buscar conocimiento informal y desafiar directamente las limitaciones, incertidumbres y desigualdades que pueden disuadir a las mujeres de lograr una "vida mejor". Por lo que indica como barreras del empoderamiento no solo el poder patriarcal sino el discurso de la “respetabilidad”[2]
Las afirmaciones específicas de ese discurso social de “respetabilidad” está compuesto por afirmaciones como La "mujer real” es Educada y trabajadora, Participa en el cuidado y las relaciones de cooperación, Realiza roles culturalmente definidos de madre y esposa.[3]
Este estudio visibilizo como en dicha comunidad la respetabilidad de la mujer estuvo asociada por mucho tiempo a la idea de que la mujer casada era la más respetable, pero el acceso a empleo digno y a educación ha venido transformando esa idea[4] y la posibilidad de que la mujer acceda a la tierra y a la propiedad privada cada vez es mayor, sin embargo, advierte la importancia de estar a alerta a nuevas vulneraciones y discriminaciones esta vez ya no en la familia sino en el ambiente laboral.[5]
El contenido de la educación, trabajo remunerado para mujeres, participación económica, oportunidades económicas disponibles y tener una cuenta bancaria fue significativo, sobre el empoderamiento de las mujeres. La capacitación y la utilización de habilidades también juegan un papel importante en el empoderamiento de las mujeres. Si las mujeres tienen una habilidad y pueden utilizar esa habilidad para ganar para sí misma, ella se siente con mayor autoridad que si recibe un apoyo financiero para la familia. La participación económica para el empoderamiento de las mujeres es importante.
Esto significa que si a las mujeres se les da algunos beneficios financieros o se les permite contribuir financieramente sienten menos barreras en su empoderamiento. Esta relación tiene un efecto inverso porque la mayor presión de la participación financiera es sobre las mujeres, por lo que con el tiempo disminuye la autoridad de las mujeres. El contenido de la educación que se les brinda es altamente significativo. La educación tiene un impacto significativo positivo en el empoderamiento de las mujeres; el plan de estudios que se enseña en estas universidades paga una contribución para que su capacidad de pensamiento sea empoderada.
La educación es necesaria, pero la relevancia de la educación es muy importante para que las mujeres entiendan su posición. en la sociedad. Empoderándose en la toma de decisiones sobre sí misma, así como su familia, quienes poseen una cuenta bancaria tienen un impacto positivo en su autoridad, mientras que las mujeres apoyan financieramente a sus Familia, o no se les paga por su trabajo tiene una relación inversa con el empoderamiento.
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[1] Magister en defensa de
los derechos humanos (pendiente grado), Magíster en Educación. Docente
Universitaria y orientadora escolar. Ha trabajado en educación formal en los
ciclos de educación inicial, básica, media y educación superior posgradual.
Tiene conocimiento en planteamiento y ejecución de proyectos sociales y
educativos y manejo de plataformas web 4.0 para fomentar el aprendizaje
colaborativo. Le
apasiona la educación y la cultura, es experta en temas de transformación y
cambio cultural en organizaciones, comunicación y trabajo en equipo.
[2] Mientras que los legados y
las fuerzas de la homogeneización global perdurables requieren sensibilidad a
las normas e historias locales, los opositores a los derechos de las mujeres
han empleado afirmaciones de "cultura", "costumbre" y
"tradición" invariables para racionalizar la subordinación de las
mujeres ( Becker, 2007 , Hubbard, 2007). De manera
similar, las nociones de "respetabilidad" han reducido las
oportunidades de las mujeres al mismo tiempo que legitiman el abuso de las
mujeres ( Hungwe, 2006 , Jefremovas, 1991 , Mungwini, 2008 ). Estas
y otras formas de discurso patriarcal alimentan las relaciones desiguales entre
hombres y mujeres en múltiples niveles de la sociedad.
[3] A diferencia de las
dos estrategias principales de control sobre las mujeres: aislamiento y
protección, el discurso de respetabilidad no requiere un control directo y
externo, perdura a lo largo del ciclo de vida de una mujer y afecta a mujeres
de todas las edades y clases socioeconómicas ( Fox, 1977 ).
[4] Una "mujer real"
es "la que se alimenta a sí misma", que "cubre todas las
necesidades de la familia" y que "no anda preguntando a otras
personas". Una "mujer más respetada" es alguien que "no
necesita nada de otras personas. Ella sólo depende de sí misma. Ella es la que
lucha por todo lo que necesita ”. Los encuestados utilizaron la palabra “lucha”
(kulikataza , en Sifwe) para indicar cómo las "mujeres reales" buscan
activamente los recursos materiales para sus hogares en lugar de esperar o
"simplemente sentarse" hasta que alguien los provea. La lucha implica
que la subsistencia no es fácil, y el arduo trabajo de una mujer se gana su
respeto.
[5] El
estudio reviso la construcción de "mujer real" como discurso de
respetabilidad.
¿Cómo definen la respetabilidad las mujeres en Kwandu
Conservancy? Lo que las mujeres quieren, necesitan y valoran, y cómo creen
que pueden ganarse el respeto, se materializan en la construcción de un makentu nenja (en Sifwe), o "mujer real", que se
traduce como "buena mujer". Makentu significa "mujer", y nenja significa
"bueno" o "real".Las respuestas revelaron que el constructo
de "mujer real" incorpora cinco temas. Las "mujeres
reales" tienen la capacidad de satisfacer las necesidades básicas de su
hogar al ganar dinero y participar en actividades de subsistencia
respetadas. Ellos son formalmente educados. Son muy
trabajadores. Participan en relaciones de cooperación y cooperación con
otras personas, y desempeñan roles y responsabilidades como madres y
esposas. Las mujeres probablemente asignan diferentes niveles de
importancia a cada tema, sugerido por el valor contrastante que las mujeres asignan
al matrimonio; varias mujeres afirmaron que el matrimonio no era un
requisito para ganarse el respeto de la comunidad.
[13:14, 3/5/2019] CARLOS BORJA: ntiendo la postura... Y quizas parezca desesperanzador y yo sea desconsiderado, pero creo que estas estadísticas me parece un gran avance para el género femenino, desde las nuevas masculinidades y hombres evolucionados y transformados (tema que investigo actualmente, para contribuir con la disminución de los feminicidios, las violencias de género, el abuso y acceso carnal violento, entre otros)...
ResponderBorrar[13:14, 3/5/2019] CARLOS BORJA: Es igual en las IE, se dedican los mayores esfuerzos con los estudiantes "problema" y difíciles, que pueden ser la mayoria y los que se comportan respetando las normas y son juiciosos, se invisibilizan y se descuidan, porque es lo mínimo esperado para estos estudiantes... Entonces no son muy significativos sus resultados, porque la mayoria no estudian, molestan, son disruptores... Y las estadísticas son para ellos... Y los juiciosos... Nada, que sigan así
[13:14, 3/5/2019] CARLOS BORJA: Lo mismo con las valoraciones y diagnósticos... En general miran los deficit, las debilidades, las carencias, las discapacidades, lo no adquirido... Pero dejan de lado las potencialidades, las habilidades, los talentos, las excepcionalidades...
Ps. Mg Carlos Borja